Los nuevos retos de la gobernabilidad frente a la modernización administrativa, la gestión pública y la lucha por combatir la corrupción.

Abstract

La corrupción es un flagelo que siempre ha estado presente en toda cultura, sin embargo en la última década con los sonados casos de REFICAR y ODEBRECH, se ha evidenciado los niveles inimaginables que ha alcanzado tan nociva enfermedad, llegando al punto de globalizarse, convirtiéndolo de paso en un delito transnacional; sus tentáculos han logrado traspasar fronteras, permeado las más altas esferas de la política e implicado a jefes de Estado, dando lamentablemente muestras de que son los servidores públicos los mayores infractores, generando en el pueblo la pérdida de confianza en sus mandatarios e instituciones.

Lo anterior demuestra el daño tan grave que ocasiona la corrupción, por cuanto desestabiliza la democracia estancando el desarrollo de las naciones y lo que es aún más grave, es un obstáculo para la concreción de la paz ya que afecta directamente los derechos humanos; por lo tanto la lucha por combatirla se hace primordial en las Políticas Estales, pues “no puede haber democracia sin lucha contra la corrupción, porque la corrupción no es solamente un delito, es un sistema de poder alternativo al sistema democrático de poder2 (Leoluca ctd. En: Ungar, 2010); y lo que es más grave, como enfermedad parece no tener una cura.